La claustrofobia de Francisco Melo y el mayor desafío técnico de Kat Sánchez: Así fue el rodaje de “Oro Amargo”

Por Camila Morandé

07.05.2025 / 13:56

“Ojalá que no aparezca ese fantasmita que, a veces, me desequilibra”, admite haber pensado el actor Francisco "Pancho" Melo durante el exigente rodaje de Oro Amargo, thriller en el que hace su debut como productor ejecutivo y protagoniza junto a Kat Sánchez. En conversación con CNN Chile, ambos actores relataron los desafíos de encarnar a padre e hija en la película, grabada en túneles reales del desierto de Atacama y con estreno en cines este 8 de mayo.


Filmar una película en el desierto de Atacama ya implica una exigencia considerable. Pero cuando, además, las escenas claves se desarrollan al interior de túneles reales, angostos y sin ventilación, los desafíos se intensifican.

Eso fue lo que enfrentaron Francisco Melo (59) y Kat Sánchez (26), protagonistas de Oro Amargo, el nuevo thriller chileno dirigido por Juan Francisco Olea, cuyo estreno en cines nacionales está fijado para este jueves 8 de mayo.

En el filme, encarnan a un pirquinero, Pacífico, y su hija adolescente, Carola, quienes ocultan una veta ilegal de oro. Sin embargo, lo que al comienzo es una esperanza silenciosa, da lugar a una huida emocional y física en la que el mineral termina pensando menos que el vínculo entre ambos.

En entrevista con CNN Chile, ambos explicaron que el cruce generacional entre ambos actores contempló un desafiante intercambio profesional para traspasar la emocionalidad tras el vínculo padre e hija a la gran pantalla.

Melo, quien cuenta con una vasta trayectoria que lo ha consolidado en teatro, cine y televisión desde los años 90, ahondó cómo fue asumir, por primera vez en su carrera, la producción ejecutiva de una película. Y en esa misma línea aseguró que trabajar con Kat (quien ha formado parte de proyectos como Baby Bandito y Sayén, la ruta secale sirvió como un recordatorio de por qué actuar sigue conllevando riesgos necesarios.

—Uno de los principales aspectos de Oro Amargo es el vínculo entre padre e hija que se da y que es tan palpable. ¿Cómo fue construirlo fuera de cámara? 

Kat Sánchez: “Yo lo describiría como un proceso bien amable, de mucha escucha y con intención de realmente conocernos; como Pancho como persona, más allá del actor, y yo también como Kat, como no actriz. Fue muy nutritivo, para poder después llegar a a set y tener una base de la cual aferrarnos y trabajar desde ahí”.

Francisco Melo: “Es bonito que hagas esa pregunta, y que la tomes como una referencia. Porque, para mi gusto, es como de las cosas más importantes; más allá de la minería y todo eso. Que, sí, son temas importantes, pero el vínculo, la historia de esta familia tan chiquitita que no se ve muy afectiva… pero que, según va siguiendo la historia, uno descubre que existe un gran cariño, una gran complicidad.

Y en ese aspecto, intuitivamente, con Kat lo que hicimos fue tratar de conocernos. Porque no nos conocíamos, no habíamos trabajado nunca juntos. Existe una diferencia generacional y yo podría ser perfectamente su papá. Entonces, tratar de descubrir. Eso tiene que ver, también, con los procesos actorales de ser lo suficientemente valientes como para bajar las barreras y mostrar las debilidades.

Francisco Melo (Pacífico) en Oro Amargo (Créditos: Juntos Films)

Y en eso, uno juega. Y en el set, en rigor, uno tiene que aprender a hablar con Kat, no con Carola, pero con las palabras de las palabras de Pacífico. Entonces, que te llame la atención también es una gran noticia para uno, porque es saber que, de alguna forma, sí se traspasa. Hay un afecto, hay un cariño, hay una complicidad que yo creo que es súper bonito que se vea”.

Francisco, tú has participado en decenas de producciones a nivel nacional, pero todos los días se aprende algo nuevo. ¿Qué aprendiste de Kat? ¿Qué aprendieron el uno del otro? 

Francisco Melo: “De repente hay ciertos trucos o técnicas o herramientas que usaba Kat en relación a cómo enfrentar la cámara o a cómo enfrentar la escena que eran muy atractivas de ver. Y que uno va anotando, afinando, ¿cachái? Pero yo he tratado de definirlo en la sensación de que me encantó ver en Kat el hecho de que, desde por su corta edad o su corto bagaje profesional, era alguien de una valentía y de un coraje actoral y profesional muy potente. El atreverse a todo. No decir a nada: ‘No, no puedo’, sino que ‘sí, sí, veamos cómo se hace’.

Y trabajar con una partner así, tan joven, es profundamente enriquecedor. También me obliga a mí, que soy evidentemente mayor, a no decir ‘no, eso ya lo hice, qué lata’, sino ‘sí, hay que atreverse’. Quizás eso es. Da lo mismo la edad, da lo mismo la situación. Vamos, hueón, atrevámonos. De eso se trata. Equivoquémonos. Y eso, siento yo, que fue un tremendo aprendizaje”.

Kat Sánchez: “Qué lindo. Es la primera vez que lo escucho decir esas cosas”.

Francisco Melo: “¡¿Viste?!”

Kat Sánchez: “Es innegable que yo aquí fui la aprendiz máxima de Pancho y de todos mis colegas en el elenco. Para mí era un sueño poder estar en pantalla con todos estos talentos; y específicamente, con Pancho. Lo digo como más allá de como figura o actor, sino que es una persona que está muy preocupada de que todo esté bien. De que el equipo esté en las mejores condiciones”.

—¿Desde el aspecto humano?

Kat Sánchez: “Claro. Es un trato que uno se espera, pero fue muy cercano y eso para mí fue fundamental y muy admirable. Porque, a veces, uno igual por ser actor como que se enfrasca mucho en el ‘me tiene que salir bien y tengo que llegar a la emoción’. Con Pancho era muy fácil conectarnos, (y pasábamos) de estar tirando la talla a trabajar”.

—El rodaje de Oro Amargo tuvo lugar en el desierto de Atacama, una zona bastante inhóspita. ¿Qué fue lo más difícil de grabar? ¿Cuáles fueron las escenas más complicadas del rodaje? En las que sintieron frío, quizás, o mucho calor y se les hicieron incómodas.

Kat Sánchez: “Podría decirte que son las escenas de la mina, pero en términos actorales. Para mí, las escenas difíciles en lo técnico fueron cuando tenía que manejar una moto, cuidar a mi perrita y estar con una camioneta que iba delante mío y grabando con la cámara. Siento que poder estar atenta a tantos frentes me mantuvo en una concentración súper fina; en que, si una se desencajaba, todo el gran plano se podía descuadrar. Esa adrenalina también es lo que nos entrega el punch para hacerlo”.

Katalina Sánchez (Carola) en Oro Amargo (Créditos: Juntos Films)

Francisco Melo: “Para mí… estaba pensando. Porque, claro, uno habla de que fueron todas la escena dentro de la mina, por lo peligroso que era o por lo complejo. Porque eran eran túneles muy pequeños. Pero me estaba acordando de cuáles eran los miedos que aparecían. Y uno de los miedos, que no lo había nombrado, tenía que ver con esta sensación de encierro. La claustrofobia que yo tengo, en alguna medida. Uno la puede manejar, pero hay ciertas cosas que me producen cierta claustrofobia. Cosas muy raras, pero que me fuerzan a salir. Le tenía mucho miedo a eso, a que aflorara esa situación cuando estuviésemos grabando al fondo de la mina con un equipo completo en pos de generar una escena”.

Kat Sánchez: “Como que te dabas cuenta en la situación en la que estabas. Porque uno igual se distancia en escena… Pero después caes en cuenta y es como, ‘esto es súper peligroso’“.

Francisco Melo: “Pero claro, el miedo de decir, ‘Ojalá que no aparezca ese fantasmita que a veces me desequilibra’. Ese miedo está trabajando por eso… pero pensando que, personalmente, hay momentos en los que yo debo salir, fue de ‘ojalá que no, porque está complejo. No es fácil”.

—Francisco, Oro Amargo contempla tu primera incursión en la producción cinematográfica. ¿Cómo fue vivir ese aspecto del rodaje desde un horizonte que no te es habitual?

Francisco Melo: “Fue una oportunidad. Siento que fue un regalo la posibilidad de que me ofrecieran o que aceptaran que yo fuera productor ejecutivo ahí, jugando. Y me sirvió para darme cuenta de lo complejo y de lo valorable que es el hecho de atreverse a ser un productor generando proyectos audiovisuales en Chile.

Es una tarea realmente titánica. De muchos desencuentros, de muchas derrotas y muy pocas victorias. Eso implica gran pachorra, un gran esfuerzo. Y de verdad me ha servido para valorar. Para aprender, también, a negociar y a seducir; que (son cosas que) también me pueden servir como herramientas frente a cámara. Pero ese aspecto que, de alguna forma… claro, uno conocía, pero no desde ese lado de la mesa, fue un gran aprendizaje”.

(Créditos: Juntos Films)

—¿Y te ves algún día dirigiendo un proyecto?

Francisco Melo: “Se me ha pasado por la cabeza. Siento que, o sea, me faltan 8500 herramientas para eso. He pensado, también, dar un salto extraño… Quizás volver al aula y decir, ‘¿por qué no?’. O sea, son cosas que se han pasado por la cabeza, no puedo decir que no. ‘No, no, yo lo voy a hacer’. Así como ‘no, yo no voy a ser bailarín’ Lo más probable es que no. No voy a ser bailarín. Ya está confirmado. Pero sí, puede ser que en algún momento exista… o sea, está ese bichito o ese germen palpitando. Que llegue a puerto, bien. Si no, también bien. Pero sí, existe esa posibilidad, ¿por qué no? Kat Sánchez: “Me tienes que avisar”. Francisco Melo: “Sí, con tiempo”.

—Finalmente, ¿qué impresión quieren que deje la película en el público? ¿Cómo quieren que salgan del cine las personas después de verlos?|

Kat Sánchez: “Con ánimos de conversación, de que quieran cuestionarse lo que propone la película; que se genere discusión y que haya ese ímpetu de realmente sentarse y preguntarse hasta dónde puede llegar uno por sus ambiciones, por querer lograr eso que tanto desea, que es lo que propone la película.

Hasta dónde uno puede llegar por buscar esa riqueza que en la película se ve dirigida al oro. En Pacífico, quien quiere encontrar esa veta. Y por otro lado, Carola quiere una vida mejor. Su ambición es tener una calidad de vida junto a su padre y ser felices con lo poco y nada que tienen. ¿Cómo le va a afectar ese cruce a la gente? Ojalá que los atrape y que vivan mucha emoción. Esta es una película que tiene mucho suspenso. Pasas de la risa al llanto, a de nuevo estar riéndote. Entonces, la posibilidad de que la gente salga comentándola me provoca mucha emoción. Solo espero cosas buenas de esto”.